JP Evita y la educación popular
Plan Fines
“La práctica revolucionaria educa a las masas. Y por tanto, sólo su poder político puede abrirles el camino de la emancipación cultural”
(J. J. Hernández Arregui)
Con este avance del Modelo Nacional y Popular que estamos llevando a cabo, luego de varias décadas con sus generaciones en luchas contra un modelo neoliberal que se encargó de socavar las bases de nuestra sociedad y expulsó de un sistema criminal y perverso a millones de compañeros nos encontramos en posición, como no tantas veces en nuestra historia, de replantearnos nuestras necesidades a la hora de proyectar cómo debe ser el modelo educativo y cuál debe ser el rol de los educadores de nuestro tiempo.
Durante estos casi nueve años de un proyecto inclusivo, democrático y redistributivo hemos iniciado un proceso de reconstitución de una sociedad que alrededor de cincuenta años se vio sometida a los designios de un estado que respondía a los intereses de las corporaciones nacionales y transnacionales articulados con los grandes organismos extranjeros, los cuales se convirtieron en los verdaderos rectores de la vida económica, política y cultural argentina y latinoamericana. Si vemos en cantidad de años y generaciones, nueve años aún son escasos, muchas son las cuentas pendientes y muchos son los pasos que tenemos que dar en este largo camino hacia liberación definitiva y la dignificación de nuestro pueblo, mucho se ha hecho y estamos completamente convencidos que mucho se hará para continuar con este tránsito revolucionario hacia una sociedad más democrática y equitativa.
Es indudable que para que este proceso pueda continuar desarrollándose, debemos pelear una batalla cultural en la cual la educación es un eje central que debe encargarse de formar ciudadanía para la vida democrática y participativa en forma plena, adaptándose a las necesidades de un estado que se reconstruye sobre la base del trabajo y la producción que es la única manera de lograr la dignificación de un pueblo que se levanta y busca dirigir su propio destino, llevando la riendas de su historia en forma libre y soberana y que sin una educación adaptada a alcanzar estos objetivos jamás se lograrán.
Es por esto que la educación debe ser un elemento que debe replantearse. Nuestra visión como integrantes de un movimiento social, como militantes y como jóvenes nos obliga a repensar cuáles son los métodos que debemos llevar a cabo para generar un hombre nuevo, que lejos de permanecer en el plano de lo ideal debe materializarse para la transformación de la realidad. De esta manera, debemos comprender que la educación es un terreno que implica necesariamente realizar una práctica revolucionaria, que permita educar a las nuevas generaciones pero también a todo aquel que durante los largos años de despojo fueron privados de los más básicos derechos. Dicho de otro modo debemos educar pensando en el futuro sin dejar de considerar un presente al que le sobran necesidades que debe obtener respuestas y sobre las cuales debemos seguir trabajando y construyendo.
Es indudable que luego de casi nueve años de construcción hemos llevado a cabo un gran número de cambios que permiten una mejora sustancial en la educación de nuestro pueblo, que va desde el pensar a la educación como una inversión y no como un gasto, hasta el aumento de presupuesto educativo del 3.86% del PBI al 6.47% ( que representa una inversión de 14 mil millones de pesos a 120 mil millones), las paritarias con los gremios docentes y los sucesivos aumentos; pasando por las fundamentales leyes en torno a la educación tales como la Ley de Educación Nacional –que establece la obligatoriedad de la enseñanza desde la sala de 5 años hasta el ultimo año de secundaria y unifica la estructura federal del sistema educativo, luego de años de una educación provincializada que educaba a un alumno en Jujuy de una manera y al de Buenos Aires o Chaco de otra; así como también Plan Nacional de Educación Sexual Integral; considerando también a la Asignación Universal que permitió el ingreso de miles de niños a las escuelas, la construcción de más de mil nuevas escuela en todo el país sumado a la mejora en infraestructura edilicia –en la que muchos de nosotros participamos a partir de las jornadas Néstor Kirchner- ; la distribución de millones de libros y el Programa Conectar Igualdad a partir de la distribución de Net Books hacia todos los sectores de la población y la reapertura y revalorización de la escuela técnica son elementos que permiten la mejora cualitativa y cuantitativa de la educación pero que aún son insuficientes y que aún no han alcanzado a cubrir a los sectores más vulnerados de la sociedad y eso es algo que desde la JP Evita conocemos muy bien, ya que la mayoría de aquellos compañeros que se encuentran en esta situación alzan la bandera roja y negra día a día luchando por un futuro para todos.
El olor a cuenta pendiente debe ser nuestro incentivo para seguir transformando, para seguir construyendo, para seguir aportando y militando y creo que desde este nuevo modelo educativo que es el Plan Fines, de finalización de estudios secundarios para adultos, se busca solucionar esos treinta años de postergación para aquellas generaciones que vivieron en carne viva el modelo neoliberal en su máximo esplendor. De esta manera tenemos la oportunidad de generar una nueva forma de educar, una nueva forma de interrelacionarnos entre los distintos elementos que forman parte del medioambiente de la educación, generando así una pedagogía adaptada a nuestros tiempos que forme compañeros para lograr su superación personal, que forme compañeros para la democracia, que forme compañeros para el trabajo digno, que forme compañeros para la nueva Argentina y la nueva Latinoamérica y basta con comenzar colocando a todos en un plano común, en el de la humanidad misma, si empezamos a considerar a los estudiantes como seres humanos y pensantes y no como meros números de legajos que van y vienen estamos realizando ya una tarea transformadora que implica un quiebre con el tradicionalismo de la estructura formal.
El aporte que podemos realizar es múltiple, desde aportar nuestros centros culturales, unidades básicas, cooperativas, galpones, clubes o casas, ingresar a estudiar, aportar trabajo como referente o ejercer como docente.
Desde la experiencia que tuvimos en el fines del Ipal debo decir que mucho de lo que habíamos proyectado tuvimos que tirarlo al tacho, ya que iniciar una clase y ver a los compañeros militantes y cooperativistas en el aula genera que se desdibujen determinados límites establecidos casi como leyes naturales del aula, el docente no deja de ser compañero y el alumno tampoco abandona ese rol, generándose así un ámbito propicio para producir una interacción más fluida y cercana, haciendo posible el debate sobre la realidad de cada uno, permitiendo conocer las problemáticas y las virtudes de muchos de los compañeros que acceden al estudio. Aquí no solo aprenden los alumnos, aquí podemos formarnos los futuros docentes que mañana ingresaremos al sistema formal, aquí debemos tratar de ingresar como docentes todos aquellos compañeros que estén en condiciones de hacerlo, obtendremos así una nueva herramienta para la militancia y agentes educativos que en el futuro se apropiarán y modificarán al sistema formal.
Desde la JP debemos plantearnos la incorporación de todas aquellas personas que aún no terminaron el secundario, con lo cual seguimos recorriendo los barrios y las cooperativas para lograr que la mayor cantidad de compañeros accedan a este derecho imprescindible para continuar el Proyecto; por ello es fundamental el armado de grupos de Promotores Educativos de la juventud en cada uno de los territorios que nos permita tener un mapa de la situación y el conocimiento necesario para solucionar los problemas de cada uno de los compañeros.
Ya se menciono una vez el tema de educar para la democracia, el educar para la participación, el educar para la integración y la reconstitución de un tejido social deshilachado en el que la desorganización era moneda corriente. Esta era vio renacer grupos como la UES que florecen día a día en los secundarios de todo el país y el Fines no debe quedar exento de eso, debemos dar impulso a la ceración de centros de estudiantes y cooperar en la organización dentro de nuestras aulas, para generar así la participación activa de los estudiantes en la organización de su espacio, debemos motivar su aporte para discutir a cerca de cuales son las falencias del modelo educativo, deben proponer actividades y contenidos y fundamentalmente deben integrarse, generar un colectivo que haga más fácil la finalización de los estudios.
Lograr que estos compañeros continúen y concluyan sus estudios y los continúen es una tarea que depende de todos y para la cual la JP Evita debe ponerse como objetivo, abonemos este terreno, sigamos construyendo ya que de la educación depende la continuación del proyecto nacional y la construcción de una nueva sociedad, más justa y equitativa que permita sostener la banderas de la soberanía política, la independencia económica, la justicia social y la unidad latinoamericana.
JP Evita Avellaneda, cabecitas negras